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Se me ocurre que un valor esencial en la trama organizacional es la facultad que tengan sus integrantes para realizar su misión con base en su visión; valga decir, que logren lo que quieren de la manera que desean. De esta perspectiva, cumpliendo el objetivo de la empresa, si cada colaborador desarrolla las competencias requeridas para cumplir con su rol efectivamente, entonces el éxito personal podría potenciar la sinergia del sistema que componen.
Mirándolo estructuralmente, para que cada eslabón del sistema tenga la habilidad necesaria para contribuir de forma efectiva y eficiente con el desarrollo pleno de la organización, puede requerir el acompañamiento profesional y humano que propicie las condiciones de aprendizaje que permitan potenciar el esfuerzo individual en función del interés colectivo. Imagínense una cadena, con cada uno de sus eslabones, lo más fuerte posibles; para que sirvan satisfactoriamente al conjunto. Siguiendo la premisa anterior, en el mundo empresarial, conviene mirar estratégicamente la posibilidad de brindarle al ser, que está siendo en un cargo determinado, desplegando ciertas funciones, las herramientas que requiere para alcanzar su máximo potencial en cualquier escenario posible. Es algo así como limpiar la cadena, en seco o en húmedo, cubrirla con protector físico o químico o incluso, cambiar un eslabón o el conjunto, de acuerdo con las prioridades del entorno. Es entonces cuando, partiendo de la oportunidad de explorar cómo puedo superar mis desafíos, se puede abrir un horizonte de posibilidades que probablemente incidan en el devenir expansivo personal y, por ende, colectivo de la organización. Esto equivale a disponer de las condiciones necesarias para que cada eslabón pueda fortalecer cada uno de sus lados desde su centro. |
Ángel Armas EizagaCoach Ejecutivo Ontológico Archivos
Marzo 2019
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