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El mundo en que vivimos determina en cierta medida que en el ámbito organizacional se enfatice más el hacer antes que el ser. De acuerdo con lo anterior, si para lograr el mejor resultado posible en el mercado, la cultura corporativa da preferencia a la especialización, la competencia, el logro y la razón; entonces, de forma paradójica, se reducen las opciones para propiciar la colaboratividad, el liderazgo y la inteligencia emocional, aspectos vitales para que un equipo pueda alcanzar resultados extraordinarios.
Hasta que una empresa como conjunto internaliza que el sistema que ella representa está conformado por organismos vivos de la especie humana, posiblemente procurará el éxito organizacional invirtiendo recursos en la solución de aspectos técnicos a nivel de la industria, empresa o determinado nicho de la organización. Esto, a costa de obviar la oportunidad de expandir significativamente sus posibilidades, al dejar de considerar en sus soluciones los desafíos adaptativos de los seres humanos que conforman el sistema. Al constatar que el modelo educativo tradicional, cuyos orígenes remontan al principio de la era industrial, fue diseñado para contribuir con un esquema productivista que reduce la expresibidad de ciertas cualidades del ser (como por ejemplo la capacidad conversacional para la resolución de conflictos manenado adecuadamente la emocionalidad), es factible sostener cómo se han castrado competencias valiosas de las personas en detrimento de su desempeño. Tal simplificación de la maravillosidad que representa la evolución humana restringe el desarrollo de la conexión con la esencia individual. De esta manera, se recorre un camino hacia el éxito personal donde somos educados, posgraduados y especializados para hacer, competir y ganar; que contribuye con la aparición de organizaciones que agrupan equipos cuya efectividad es inferior al de su verdadero potencial. Un aspecto clave para lograr resultados significativamente distintos, en el que aún se enfatiza poco, es devolver el cuerpo al ser para que emerja esa conciencia individual y grupal de que es posible motivar un liderazgo diferente, a cargo de líderes que lideran los distintos procesos clave en su entorno. En este sentido, el desarrollo de la cultura del coaching para abordar el funcionamiento de equipo, fortalecer el compromiso, incrementar la productividad, mejorar las relaciones entre los empleados, impactar el bienestar de los empleados al ayudar a reducir el estrés y desarrollar la inteligencia emocional, es una estretagia que viene demostrando resultados interesantes. Si esta posibilidad además se orienta desde la perspectiva ontológica (que atañe al ser), se es capaz de potenciar el fortalecimiento de las competencias genéricas de la persona; esas que abarcan los desafíos adaptativos para el ejecutivo en su organización, cuyo manejo es fundamental para que él, el equipo y el sistema alcancen un desempeño excepcional. #modelodegestiónontológica #culturaorganizacional #desempeño #desafíosadaptativos #ser #coachingejecutivo #acompañamiento #aprendizaje |
Ángel Armas EizagaCoach Ejecutivo Ontológico Archivos
Marzo 2019
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